Los padres tenemos un papel esencial
en la educación alimenticia de nuestros hijos, por ello se debe realizar con tiempo y dedicación
y de una forma didáctica y divertida. Algunas recomendaciones para enseñar
buenos hábitos alimenticios a los niños son:
Transmitir la importancia que tiene la alimentación y la
diversidad que hay en función de las necesidades del organismo. Enseñarles la
pirámide nutricional.
En el supermercado, mostrarles las posibilidades que tenemos
en elegir los alimentos adecuados entre un abanico de posibilidades.
En el momento de las comidas, enseñarles los buenos hábitos
como lavarse las manos antes de comer, los buenos modales en la mesa, comer
despacio y con tranquilidad, etcétera.
Dejar que ayuden en la cocina, haciéndoles partícipes, para
que aprendan los peligros y los buenos quehaceres.
Hacer atractivos los platos, con olores, sabores o texturas,
que estimulen las ganas de comer.
A la hora de comer, utilizar utensilios que sean manejables
para ellos.
Que aprendan con videos y libros instructivos sobre
alimentación.
Hacer de la hora de comer un rato agradable, atractivo y
relajado.
Mantener conversaciones en la mesa, para que ellos puedan
expresar sus experiencias y opinen de los olores y sabores de los alimentos.
No utilizar los alimentos como premio o castigo.
Servirles las porciones adecuadas, que nunca es comparable
con un adulto
Cinco comidas al día en la dieta de
un niño
Los niños también deben hacer cinco comidas al día. Esta es
la mejor manera de distribuirlas:
Desayuno
El aporte energético-calórico que proporciona el desayuno es
de gran importancia, ya que les permitirá conseguir un adecuado rendimiento a
lo largo del día, tanto físico como intelectual, en las tareas escolares. Un
desayuno completo debe consistir en el consumo de lácteos, frutas y cereales.
Hay estudios, como el ENKID (estudio transversal realizado sobre una muestra aleatoria de la población con
edades comprendidas entre los dos y los 24 años), que muestra datos como:
Un 8% de los niños acude al colegio sin haber desayunado.
Sólo el 5% realiza un desayuno completo.
Sólo el 9% toma zumos de frutas y el 5% alguna pieza de
fruta entera.
Lo que les va a proporcionar un buen desayuno es:
Disminuir el consumo de alimentos menos apropiados (bollería, azúcares, etcétera).
Va a ayudar a prevenir la obesidad, mejorando el rendimiento
intelectual y físico y la actitud en el ámbito escolar.
Conseguir unos aportes nutricionales más adecuados.
Es necesario que el niño desayune acompañado, a ser posible
en familia, sentado en la mesa y dedicándole un tiempo entre 15-20 minutos, con
un ambiente relajado. Los que dedican menos de diez minutos al desayuno, o lo hacen
solos, tienen ingestas más deficitarias que aquellos que lo hacen
acompañados.
Media mañana
Es recomendable que el niño no pase muchas horas sin comer
entre el desayuno y la cena. Como ejemplos de alimentos saludables para este
periodo tenemos:
Yogur y fruta.
Barra de cereales y yogur de frutas.
Sándwich de queso y tomate con un jugo de frutas natural.
Almuerzo
Es necesario incorporar una amplia variedad de alimentos en
la dieta diaria, pero va a depender de donde coma el niño.
En casa se tiene más libertad de elección, lo que permite
innovar recetas y elegir los métodos de elaboración más saludables.
Si es en la escuela, los menús deben ser suficientes,
variados y agradables. Como funciones principales:
Deben de proporcionar comidas de calidad desde el punto de
vista nutricional.
Poseer hábitos higiénicos alimentarios y de comportamiento
adecuados.
Jugar con la variedad gastronómica y aspectos culturales de
la alimentación.
Adecuada frecuencia en el consumo de alimentos.
Evitar las combinaciones del primer y segundo plato de
difícil aceptación por el niño (por
ejemplo, de primero verdura y de segundo pescado).
Cuatro de los cinco días de la semana deberían incluir fruta
fresca.
Platos bien preparados y apetecibles, que estimulen las
ganas de comer.
El almuerzo debe ser pausado, que se trate de un encuentro
social y de aprendizaje.
Merienda
La merienda permite completar el aporte energético del día,
nos ayuda a calmar el hambre del niño, evitando que llegue a la hora de la cena
con muchas ganas de comer. Se recomienda fruta,
zumos, leche, yogur o un sándwich, reservando la bollería para algún
capricho muy esporádico.
Cena
Es la última comida del día, y debemos procurar darles aquellos alimentos que no se hayan consumido
en la comida, al mismo tiempo que sean digeribles y no pesadas, para que
durante el sueño la digestión sea fácil. Por ejemplo, verduras cocidas, sopas,
pescados, lácteos, etcétera.
La alimentación es
uno de los factores más importantes en el correcto desarrollo de los niños, e
inculcarles unos adecuados hábitos alimenticios desde la infancia previene
enfermedades como obesidad y diabetes.
Un saludo.
Juan Carlos.

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